Presentación de Daniela Cápona del libro “Anarcografías del cuerpo. Performances de Cheril Linett (2015-2021)” de Rudy Pradenas y Cheril Linett. Texto leído en Galería Metropolitana el 23 de diciembre de 2021.
No sé cómo comenzar este texto ya que no tengo demasiado claro quienes están aquí y cuál es el tono adecuado para el lanzamiento de un libro vinculado a la obra de Cheril. Es un momento para celebrar, por supuesto, la cosa es que con Cheril no nos conocemos. Nos pusimos de acuerdo para esto por redes sociales. Nunca hemos hablado en persona, pero eso no importa porque de un modo u otro pertenecemos a la misma constelación. Una red abierta de gente que acaba encontrándose y coincidiendo cada tanto en diferentes eventos, lanzamientos, trabajos, congresos, mesas, conversatorios, programas de radio, inauguraciones, libros y algún que otro cumpleaños. Es curiosa esa red medio invisible que nos conecta, porque cuando nada nos une, nos une al menos la cita. Hace un par de meses hablé de Yeguada Latinoamericana en un simposio llamado Estéticas Disidentes en la Universidad Católica. Si el evento hubiese sido presencial probablemente habría podido saludar a Cheril, decirle lo mucho que me interesa su obra, pero no fue el caso; no nos conocemos.
Para escribir esa comunicación compré el libro sobre la Yeguada. Ahí me enteré que Ivon era una de las Yeguas, a Ivon la conozco por amigos en común vinculados con la CUDS (Colectivo Universitario de Disidencias Sexuales), de la que fui parte durante años. Más tarde cuando Cheril me envía este libro me doy cuenta que hay un texto de Naomi Orellana, a quien también conozco por los mismos amigos. También está en el libro Alejandra Castillo, la conozco poco pero a través de la misma gente.
Podría seguir enumerando estos lazos y no es que yo conozca a mucha gente, es que justamente aquel concepto de la constelación con el que Rudy Pradenas y Cheril Linett organizan este libro resulta muy iluminador y sirve además para referir a los vínculos a veces efímeros y difusos que nos organizan en una especie de comunidad abierta. Esto no es banal.
Anarcografías del cuerpo se organiza en cinco constelaciones de obras de Cheril Linett, estas son algo así como series, solo que en ellas las relaciones entre las obras están dadas por la lectura y no solo por el criterio organizador de la artista. La constelación presenta unos enlaces menos rígidos, efímeros, cambiables, intermitentes, parecidos a los enlaces que nos unen a quienes estamos aquí hoy. Se trata de vínculos abiertos y algo promiscuos, no exclusivos, permitiendo que en este libro una misma obra sea leída más de una vez, que signifique de modo múltiple, que se adscriba a distintos entramados generadores de sentido. Este libro, que revisa la obra de Cheril, y la identifica como una escritura del desacato, o anarcografía, podría no ser un modo transparente u objetivo de conocer las performances de esta artista. Este libro no es una ventana limpia a través de la que mirar, sino una serie de lecturas comprometidas, una lente que enfoca zonas clave invitándonos a atender a ciertas cosas, permitiéndonos conocer la sensibilidad de les autores.
Por lo mismo este libro sugiere una delicada situación para la obra de Linett, la condición de obra en expansión. Los textos que componen este volumen hacen parte, a mi juicio, de lo que podríamos llamar una obra expandida; en tanto los textos no se constituyen como discursos sobre las obras sino como extensiones sensibles de las mismas, y establecen vínculos inestables pero relevantes con las performance y sus sentidos.
Desde hace un tiempo se viene hablando de obra expandida en varios campos. En el teatro por ejemplo se nombra así a obras que desbordan sus propios límites, derramándose hacia afuera de la escena, tocando la realidad, mutando hacia otros formatos o incorporando lo real a sus estructuras. La obra expandida necesita desbordar sus límites para estar completa, crece por sobre sus fronteras generando brotes anárquicos, poco controlables, intermitentes y múltiples. Tal es el caso de Anarcografias del cuerpo, que aparece como brote rizoma de las performances de Linett.
Gracias a la lectura de estos textos apreciamos las performances como obras que se derraman hacia fuera de sí mismas, hacia les autores y hacia nosotres, usando también nuestros enlaces inestables e intermitentes como matriz para su desparrame.
Está entonces la acción que constituye la performance, el núcleo duro de todo este asunto, pero luego aparece el ojo prótesis que registra la acción y contribuye a su persistencia, y el encuadre y la selección de planos, como comenta Naomi. Pero también están los procesos implicados en el entrenamiento de les performers, los susurros, las complicidades que Ivon detalla mientras relata ese tránsito hacia las aguas en la tercera constelación. La obra compromete y enlaza los ojos, los dispositivos y los cuerpos. Cada uno de los textos da cuenta de una zona permeada por la performance.
La obra crece también hasta seducir a los autores de estas lecturas, consigue sus complicidades para continuar su poco controlable derrame, que va encendiendo y apagando zonas de sentido. ¿Por qué debería haber un abismo entre el artista y el crítico? ¿Por qué deberían ambos estar separados por un desierto de indiferencia y objetividad? ¿por qué no puede el artista ser promiscuo y generar intimidad con el crítico? ¿Sería acaso tan descabellado que el artista propicie o directamente produzca la emergencia del aparato crítico que lo interpreta?
Y se enciende aquí un enlace al pasado y al modus operandi del CADA, que genera ese enorme corpus de obras cuyas lecturas son parte del mismo impulso creativo.
Las constelaciones que este libro recorre son entonces apenas una zona de esa constelación mayor que está aún en proceso, que tal vez no llegue nunca a una total clausura. La obra en expansión derrama sus flujos hacia las lecturas, hacia las capturas, hacia los cuerpos que canalizan ese desacato. Leer Anarcografías del cuerpo nos hace parte de esas obras en expansión, activando nuevos enlaces inestables, incorporándonos a la red siempre incompleta de estas constelaciones, permitiendo que nos encontremos sin necesariamente habernos saludado antes. Sabemos que habrá otras lecturas, y las intersecciones se multiplicarán con cada nueva performance, que la calle y el registro de la acción no se clausuran, sino que se siguen constelando, sabemos que nos volveremos a encontrar.
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