«El archivo contempla narrativas, sensibilidades y afectos, pero no olvidamos que es una técnica que requiere rigurosidad y que puede volverse mecánica. A ratos las historias de las artistas se llevan nuestra atención y nos distraen de la tarea de abrir la tapa del escáner, poner el documento, cerrar la tapa, elegir el formato de guardado en el computador, el click en escanear, encuadrar el documento en la pantalla y guardar. La acción se hace más lenta y aparece la ansiedad por terminar. La conciencia de los documentos que quedan por recopilar de otras creadoras nos nubla la capacidad de escucha. Pero luego sus relatos nos toman y nos devuelven al sentido del archivo, a esas zonas profundas y erráticas de la memoria que se activan en el contacto con los documentos.»