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El cuerpo de quiltra: deambular y habitar

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En el contexto del proyecto Huellas Mujeres, la pasante Laura Ramos escribe sobre el archivo de la poeta y performer Maha Vial

Yo no conocía a la Maha, la conocí cuando la vi en esa fotografía con las manos abiertas, los brazos alzados y el rostro entregado, con libro en mano, poesía en mano. Me atrapó. Comencé a trabajar en el registro de la Colección de Maha Vial en julio, mes de un invierno frío y lluvioso, como el clima del territorio en el que ella deambulaba, desde donde poetizaba y artificaba. Maha Vial es actriz, poeta, performer y dramaturga valdiviana, sus procesos creativos se dieron desde la década de los 70 en adelante. En el año pandémico del 2020 ella falleció.

Fotografía de Maha Vial recitando poesía

“Esa perra que se convulsa ahí

pobre y solitaria es una perra

que conozco bien:

soy yola perra”

Esa perra soy yo dice en su libro titulado Maldita perra (2004), pues, esta enunciación es la inherencia de una subjetividad quiltra. La personalidad de quiltra/perra lleva a lo callejera, quien se encuentra al margen, una mujer fronteriza, que deviene, siendo resistencia o contraste a las hegemonías. También, significa ser un cuerpo deseante, sexuante -diría la Maha-. En el documental Vida de bruta (2021), producido por el Centro Cultural Espacio en Construcción, se menciona que la Maha es cuerpoesía, y así lo podemos ver en algunas de las fotografías que componen esta colección: la vemos fumando, con un maniquí, con una araña en la cara, sonriendo con la hipermedialidad de su retrato que se encuentra a su lado, con puño en alto, usando turbante, diversos cortes de pelo, etc. Son fotografías cotidianas, casi fugaces, de ella deambulando por lugares de Valdivia, posando con particular performatividad de imagen. Como quiltra -palabra de origen mapuche-, es decir, de mala raza, ella se instala cuerpoetizando lugares y espacios de carácter cotidianos, recorriéndolos y atravesándolos por medio de su oficio.

Este documental que mencionaba, está construido como “La homenaja a la Maha”, muchas de sus amigas y amigos activan sus poemas, los declaman. Martina Pedreros, quien dirigió y escribió Vida de bruta (2021), nos comenta que en un principio este proyecto fue guiado por Maha Vial, pretendía ser un trabajo colaborativo intergeneracional de mujeres con procesos creativos; esas mismas mujeres quisieron homenajearla. Pues, en otra instancia de entrevista con ARDE, la directora teatral y cineasta Margarita Poseck comenta que, a pesar de su gran trabajo, no se le destacaba como artista en las “grandes canchas”. Como mujer quiltra poseía un trabajo underground, bohemio, punk y rockero. Así lo podemos ver en la performance musical que realizó para su libro Territorio cercado (2015), por lo que, a la gente le gustaba verla o escucharla en su cadencia erótica, potente y segura, con la que envolvía a su público.

“Ardan

Ardan los verbos sin conjugar

Ardan los adjetivos sin colorear

Y ardan, ardan”

Ardan grita la Maha en una performance que realizó para su libro Fuerza bruta (2019), para luego entregar una piedra a los asistentes, como “el cuerpo de bruta”. Me parece que recorrer esta colección es habitar esas piedras, ese cuerpo de bruta y perra callejera. Es activarla en cuerpo y alma, viéndola en sus distintos oficios, performer, poeta y en escena en el teatro, podemos recorrerla y conocerla, quedando con el “bichito” de buscar más. Una creadora que recorrió y habitó/ta Valdivia, en sus calles y bares, con voz de feminista, desde dictadura y postdictadura en contra-pedagogía, como lo hicieron otras creadoras contemporáneas a ella, Carmen Berenguer, Diamela Eltit, Paz Errázuriz, entre otras. Solo que, en el ejercicio de inversión del territorio, tal como el uruguayo José Torres García compone su mapa América invertida (1943), es preciso escuchar la voz desde otros territorios, otras resistencias y subjetividades comunes a nosotras y nosotros, hacerlas arder y cohabitar.

América invertida, José Torres García

Por Laura Ramos Coche, Licenciada en Letras UC, Pasante Arde