Uno de los principios que guía el trabajo que desarrollamos en ARDE, es la convicción de la importancia de resguardar y valorar los procesos de creación de las artes. La huella, los residuos de un trabajo, la búsqueda de referentes, los procesos de investigación, el trabajo de campo, los bocetos, las reuniones y ensayos, el trabajo de producción y gestión (postular a fondos, pegar boletas, enviar cartas, pedir permisos), el diseño de afiches, las ideas que no llegaron a puerto…En fin, nos interesan todos esos documentos y materiales que se generan durante la creación de una obra artística y que, generalmente, quedan ocultos y guardados en algún cajón o carpeta de computador.
¿Pero por qué tenemos este interés?
No proponemos guardar por guardar. Tampoco buscamos un rescate fetichista de piezas, sino que creemos que es una acción que permite conectar experiencias de creación, formas de trabajo y búsquedas artísticas en una comunidad.
Sobre este aspecto, la directora teatral argentina Lola Arias, a propósito del ciclo de conferencias performáticas “Mis Documentos” que realiza en Buenos Aires desde el año 2012, declara en una entrevista para la revista digital Artezeta:
“Para mí lo atractivo es ver los procesos creativos de los artistas que vienen de distintas disciplinas y ver cómo van pensando algo, de qué ideas parten, cómo trabajan, primero lo escriben, primero lo dibujan, cómo lo conceptualizan, de qué forma empiezan a trabajar. También es una manera de formarme, aprendo mucho de los procesos de los otros. Es genial escuchar cómo trabaja alguien que hace cómics, tiene una forma de atravesar la página en blanco totalmente distinta de la de un escritor«.
En este sentido, mostrar lo que no tiene cabida, todo lo que rodea a una obra, en fin, la trastienda de la creación puede convertirse en una apertura para compartir metodologías y realidades de trabajo entre artistas, investigadores y la audiencia, estableciendo así redes colaborativas y comunidades de aprendizaje.
Asimismo, al abrir los procesos creativos, realizamos un ejercicio de sinceridad, al revelar que una obra artística – ya sea de teatro, artes visuales, música, entre otras disciplinas- no es producto sólo de la genialidad de un artista que crea a partir de un momento excepcional de inspiración. Sino que existe un recorrido, una búsqueda, un proceso de trabajo que, en la mayoría de los casos, involucra a un equipo mayor de personas que provienen de diversas profesiones y oficios.
En la misma entrevista, Lola Arias remarca la importancia de otorgarle un espacio a lo inconcluso, al error y al borrador:
“Es atractivo lo que tiene que ver con lo inconcluso. Uno lo puede llamar lo deforme, lo que es pura pregunta, lo que no está resuelto. Es abrir el campo de lo posible, permitirse trabajar sin llegar a ningún resultado (…) En Mis documentos no hay éxito. Es un trabajo sobre el fracaso, sobre la duda, sobre la incertidumbre. Abrir el archivo de lo que no tiene forma y tratar de analizarlo, pensarlo y ponerlo en cuestión.”
Al parecer, los archivos de procesos creativos pueden convertirse en un dispositivo para explorar proyectos artísticos y en un depósito donde se guardan esos documentos residuales, sin nombre, sin forma final, que no se sabe a dónde van. Aquellos restos que no terminan en el basurero, sino que acumulamos por alguna razón. Quizás porque son materiales que aún pueden ser revisados, actualizados y resignificados para nuevos trabajos de creación e investigación.
Esto tiene total sentido si pensamos que los archivos –todos los archivos no sólo los artísticos- están compuestos precisamente de documentos que son los residuos que vamos dejando en el transcurso de nuestra vida, trabajo o actividades.
No son siempre los documentos oficiales o especialmente preparados para el archivo los que se resguardan. Sino que es la vida material que nos acompaña en nuestro diario vivir. Es el testimonio documental que producimos, de manera consciente o inconsciente, en nuestro quehacer. Y eso lo observamos a nivel individual (la huella documental que deja una persona en particular) o colectivo (documentos de una institución, una agrupación informal, una junta de vecinos, una compañía de teatro).
En síntesis, la intención de ARDE es poner a disposición de artistas, estudiantes, investigadores y de cualquier interesado, materiales que tienen un profundo valor documental, estético, teórico, práctico e investigativo. Creemos que los archivos de procesos creativos pueden ser estrategias para resguardar estos documentos valiosos en el tiempo, como también para compartir referentes, metodologías y observar cómo evolucionan las ideas de los creadores y creadoras.
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