Saltar al contenido

Memoria y olvido en el Teatro Nuevo Popular

Facebook
Twitter
WhatsApp
Compartir:
Acercamiento a la memoria y desmemoria en torno a la experiencia del Teatro Nuevo Popular ('70), en Chile.

¿Cómo reconstruimos, clasificamos y catalogamos la historia de lo que es ocultado o se anida en un rincón esquivo de los recuerdos? ¿Cómo archivamos lo que quiere ser olvidado o simplemente fue destruido? Estas fueron las preguntas que rondaron en mi cabeza mientras intentaba dilucidar lo que entre el año 1971 y 1973 fue el Teatro Nuevo Popular (TNP).

El TNP se caracterizó por ser un teatro aficionado desarrollado en Chile, donde actores profesionales, obreros y campesinos de la antigua Central Unitaria de Trabajadores (CUT) visibilizaron la denuncia de la población trabajadora frente a sus condiciones laborales. Entre los objetivos principales se encontraba el fomento a la organización sindical y al protagonismo que estos grupos podían ejercer en el proyecto político socialista de los 70′. Por esto es que, como señala José Secall, uno de sus integrantes, será necesario para el TNP desarrollar una producción “derechamente [de] un teatro bien panfletario, a ratos”. Este propósito se comprenderá desde el compromiso político de sus participantes y sus ansias de transformar la realidad nacional, donde esos montajes excesivamente didácticos eran finalmente “lo que uno quería hacer”.

Al oír estas palabras de Secall resuena el pasado.  Lo que querían y debían hacer jóvenes como Myriam Palacios, Dario Miranda, Alejandro Castillo y José Soza, hoy es un silencio doloroso o un olvido repentino. Myriam falleció hace algunos años y llevó consigo su experiencia en el Teatro Nuevo Popular. Por su parte, Darío Miranda, monitor teatral de la Federación Metalúrgica (FEMET) y colaborador del TNP, fue detenido pocos días después del Golpe de Estado y su cuerpo no fue hallado; “Es nuestro desaparecido”,  recuerda Secall en uno de los pasillos del Teatro Ictus.

Una semana antes de este encuentro, Alejandro Castillo al teléfono me cuenta sobre su participación en el teatro que surgió a partir de una alianza entre la CUT y la Universidad Técnica del Estado (UTE). Bromea sobre la cantidad de años que han transcurrido desde las presentaciones en La maldición de la palabra (1971) y las giras que recorrieron el país desde Arica a Chiloé sobre un bus itinerante, La Yupa. Han sucedido muchas cosas desde esos momentos, y pese a que sus actuaciones junto al TNP no fueron durante toda la existencia de este proyecto, de todas formas en sus recuerdos algo queda, por eso acordamos un encuentro.

Pocos días después, nuevamente al teléfono, señala que el paso de los años ha sido significativo y que es poco lo que puede hallar en su memoria fuera de datos técnicos y el nombre de algunos de sus compañeros. Hoy solo le queda la idea de haber sido un veinteañero que junto a otros jóvenes querían cambiar las condiciones sociales y volver protagonistas a los campesinos y obreros del país por medio de un teatro “agitativo”. Y lo comprendo, la memoria no puede contenerlo todo, también el olvido es parte de ella.

José Soza, en cambio, sí recuerda sus años junto al TNP, ya que fue partícipe de este desde su formación en 1971 hasta su fragmentación en 1973. Representó a los protagonistas de Tela de Cebolla (1971) y la Maldición de la palabra (1971) e incluso, como José Secall recuerda, Soza personificó frente al Palacio de La Moneda al ícono del capitalismo, el Tío Sam. Este personaje, surgido a partir de un montaje en colaboración entre el TNP e Isidora Aguirre titulado El Circo, tambaleaba sobre una cuerda floja. Algunos pormenores de esta última función, menciona su protagonista al teléfono, y aunque no recuerda bien cuándo se realizó, al igual que otros integrantes del TNP destaca el propósito «agitativo» de la agrupación y de este montaje en particular.

Por un momento, parece que José Soza aún tiene deseos de mirar el pasado, reencontrarse con su participación en el TNP y su primera incursión en el cine, sin embargo, menciona que existe un periodista, Felipe Montalva, que se encuentra desarrollando un proyecto audiovisual en torno al filme de La maldición de la palabra. Montalva ya ha investigado por cerca de dos años lo que fue esta producción, tomando contacto con actores del TNP. En más de una oportunidad Soza le ha relatado las giras de Norte a Sur, el rodaje de la obra escrita por Manuel Garrido e incluso su detención en el Estadio Nacional por motivos políticos. Al parecer, para Soza recordar sus días en el TNP implica inevitablemente rememorar esta experiencia dolorosa y cómo ya la ha evocado junto a Montalva prefiere guardar silencio y seguir adelante. Ante esto, solo puedo pensar nuevamente en las palabras de José Secall que reflexiona sobre los objetivos del TNP y el rol fundamental que adquirían los actores y colaboradores de la compañía  frente al contexto sociopolítico: “Allí era donde uno se sentía protagonista de la historia. Además protagonista de una cultura nueva, de un arte nuevo […] nosotros decíamos, es como hay que hacer las cosas”, pero si así hay que hacer las cosas, ¿De qué manera podemos recordar la historia cuando el trauma de uno de sus protagonistas, hizo que este ya no quiera recordarla?

Con esta pregunta en mente me dirijo al  Instituto de Ciencias Alejandro Ipschutz, centro que busca mostrar la realidad chilena en vinculación con las ideas marxista extirpadas en dictadura, a través de la investigación de la actualidad, además de la recuperación en su biblioteca aún en construcción de  materiales y archivos de la época. Sin embargo, no han hallado nada que contenga un indicio de lo que fue el Teatro Nuevo Popular o incluso la CUT antes del Golpe. Ante esta inexistencia de información, es que  me dirijo a la propia CUT, pero uno de sus funcionarios, el único de los actuales que había sido parte de este organismo en esos años, recuerda con resignación su disolución tras el Golpe militar, la destrucción y quema de los documentos como medidas de protección y como consecuencia de la intervención militar en los organismos de izquierda durante el 73.

Es poco lo que queda, no obstante,  tras una revisión exhaustiva del minisito de Artes Escénicas del Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), me llevó a encontrarnos valiosos documentos. En este espacio, físico y virtual, se custodian y difunden documentos que vinculan las expresiones de danza, teatro y circo con lo que fue la UTE, actual USACH. Allí puede hallarse gran parte de lo que constituye el registro material actual del Teatro Nuevo Popular: algunas fotografías de una de sus presentaciones de Tela de cebolla, del rodaje de La maldición de la palabra y un afiche promocional de la obra de 1971.

Pareciera que las materialidades del TNP son escasos: la necesidad de olvidar de José Soza, los recuerdos difusos de Alejandro Castillo y algunos registros del Archivo Patrimonial de la USACH vuelven a mi mente. Aun así, las acciones de José Secall batallan contra esta desmemoria; durante muchos años conservó uno de los afiches que él mismo confeccionaba para las funciones de La maldición de la palabra, pero que desgraciadamente extravió. Asimismo, luego de retornar a Chile tras su exilio en la RDA y la URSS, en 1989 el actor contacta a sus compañeros del TNP: “pero no pasó nada, seguramente no querían acordarse de la cosa política, lo que habían hecho y que habían sido grandes actores revolucionarios”. Sin embargo, pese a que este olvido a momentos pareciera ser fruto del paso del tiempo o un recuerdo molestoso, no debe ignorarse su directa vinculación con las medidas de represión ejercidas por las fuerzas militares durante la época, las que lo hacen, más bien, un olvido forzado.

A ratos, pienso que la historia del Teatro Nuevo Popular quedará estancada, pero  Secall sentencia frente al olvido de esos años de sus compañeros: “Yo no, yo quería acordarme de eso, y siempre me acuerdo”. Y será justamente ese discurso el que permanecerá; el de un pasado que alberga el poder de los recuerdos y que hoy exige la memoria de un grupo de jóvenes actores, quienes hace más de cuarenta años visibilizaron en un teatro popular a las clases obreras y trabajadoras del país.

Por Macarena Gutiérrez, Licenciada en Letras UC, Pasante Arde

*Foto inicial: Tela de cebolla (circa 1971), Teatro Nuevo Popular. Archivo Patrimonial USACH

VER: Colección Teatro Nuevo Popular