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Uso de la Inteligencia Artificial (IA) en documentos de archivo: entrevista al realizador audiovisual Vicente Palma

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Como parte del proyecto de investigación Archivos y teatralidades del exilio chileno en Costa Rica (1970-1980), se realizaron tres cortos audiovisuales que relatan los principales hallazgos sobre la experiencia de teatristas chilenos en el exilio en Costa Rica. Una de las particularidades de estos videos es el uso de Inteligencia Artificial (IA) para intervenir distintos documentos de archivo, con el objetivo de generar una conexión sensible entre pasado, presente y futuro.

Entrevistamos a Vicente Palma, realizador audiovisual, quien, junto a un equipo de colaboradores —incluyendo a Darla Quintana (diseño sonoro), Matías Palominos (generación IA), Rocío Contreras (locución), Cristian González (masterización), Pablo Básquez (digitalización), y Patrizio Gecele y Javiera Brignardello (guiones)— desarrolló estos cortometrajes.

Nos interesa reflexionar sobre el uso de la IA en materiales de archivo, explorando tanto sus dilemas éticos como las posibilidades creativas que nos ofrece para imaginar y activar estos documentos, dándoles nueva vida.

Katha Eitner (K): ¿Cómo surgió la idea de aplicar IA a estos documentos de archivo? ¿De dónde viene esa decisión?

Vicente Palma (V): Creo que fue una mezcla de dos cosas. Por un lado, la IA se estaba usando mucho como herramienta y me dieron ganas de probarla. Cuando aparece algo nuevo y empieza a masificarse, te pica la curiosidad por ver qué se puede hacer con eso, cuáles son sus posibilidades. Yo nunca había trabajado con IA, no soy experto ni nada, pero justo en ese contexto me invitaron a participar en este proyecto, en pleno boom de la IA, y sentí que era el momento de experimentar. 

Y por otro lado, cuando vi los álbumes —no solo las fotografías, sino todo lo que contienen— desde mi ingenuidad me pregunté: ¿habrá videos? Me dio curiosidad ver imágenes en movimiento de esos archivos. Quería entender mejor lo que estaba pasando en Costa Rica durante esos procesos, esos montajes. Quería ver qué había en términos de videografía…y, claro, por la época, no había registros en video. Ese vacío también me hizo pensar en otras formas de imaginar esas escenas.

K: ¿Y cómo fue enfrentarse al uso de esta herramienta al principio?

V: Lo primero que me pregunté fue: ¿cómo la uso respetando el archivo y sus documentos? Pensaba en el trabajo y dedicación de Alejandro (Sieveking) en los álbumes, en esas composiciones que son casi obras de arte. Lo mismo con las fotografías, que también son composiciones muy cuidadas. Desde el principio tuve mucho respeto por ese material, pero también le di espacio a mi curiosidad como creador. La invitación de Patrizio y Javiera fue muy abierta a la experimentación, así que me lo tomé de forma bastante lúdica. Al principio pensé: “hagamos todo el video con IA”, como inventar escenas completas usando solo IA; tomar los guiones hermosos que habían escrito Patrizio y Javiera, y animarlos exclusivamente con eso. Pero luego me di cuenta de que quería respetar esos textos también, no era necesario que la IA lo invadiera todo. 

K: ¿Tuviste algún referente?

V: Sí, muy de la cultura pop, pero mi máximo referente es esa imagen de la película Harry Potter donde aparece el periódico con una foto en movimiento. Es como esas Live Photos del iPhone, donde ves un pequeño movimiento antes de que la imagen se detenga otra vez.

K: ¿Y qué le responderías a alguien que criticara este tipo de intervención? Porque desde una visión más purista del archivo, podría argumentarse que los documentos deben permanecer intactos.

V: Preguntaría si piensan lo mismo de un grupo de actores que usa un documento para crear una obra, o de un escritor que usa un documento para escribir o ficcionar algo. Toda creación —ya sea una imagen, un texto, una puesta en escena— es una representación. Con o sin IA, seguimos representando una realidad. Y desde ahí, creo que es válido trabajar con estas herramientas, sobre todo viniendo desde el teatro, donde siempre se parte desde la ficción.

Nosotros en el proceso de creación de las imágenes con IA nos hicimos estas preguntas también, aparecen estas preguntas éticas. Por ejemplo, cuando trabajamos con Matías, el experto en IA, vimos que había que tener especial cuidado con ciertas imágenes, como las más cotidianas: grupos de amigos, reuniones familiares o una foto en la que aparece Víctor Jara… ahí se sentía más delicado intervenir, porque son registros íntimos. Pero cuando se trataba de fotos relacionadas a las obras de teatro, nos permitimos más libertad para jugar, porque de por sí eran puestas en escena, ficciones. 

Después apareció otra pregunta importante: ¿cómo hacer para que la animación no se imponga sobre el guión, que no se lo coma? Había que encontrar un equilibrio. Fue un trabajo de balancear constantemente la IA con los otros elementos de los videos. 

K: Y a nivel técnico, ¿qué IA usaron? ¿Qué programa? ¿Cómo fue el proceso, si nos lo puedes resumir?

V: Usamos Runway, que es una plataforma online de IA. De hecho, la desarrollaron unos chilenos de la Universidad Adolfo Ibáñez. Y justo un amigo mío (Matías Palominos) estaba terminando de estudiar ingeniería en diseño ahí, así que tenía acceso a licencias, y le propuse que trabajáramos juntos.

Lo que hicimos fue generar prompts, que son las instrucciones que uno le da a la IA para que realice una acción. Y eso es lo complejo también. No es tan mágico como suena. Claro, puedes subir una imagen y pedirle que la convierta en video, pero puede salir cualquier cosa.

K: Claro, no necesariamente lo que uno quiere.

V: Exacto. Entonces el trabajo está en entrenar a la IA para que haga lo que tú necesitas. Por ejemplo, si dices: “Quiero que esta imagen tenga cierta calidad” o “que funcione dentro del guión del proyecto completo”, eso es lo difícil. En los videos que hicimos, las imágenes animadas no duran más de 10 segundos, que es más o menos el máximo de tiempo que permite la herramienta. Pero para lograr esos 10 segundos, te juro que hicimos al menos 20 pruebas por imagen.

Terminamos generando hasta un archivo con los errores (risas). Y sí, salían cosas muy raras. A veces aparecía un personaje de la nada, o las manos… Las manos son lo más difícil, junto con los ojos. Que no se vean falsos es un desafío.

K: Disculpa mi ignorancia, pero esto de los prompts, ¿son códigos o frases?

V: Son frases. Puedes escribir cosas como: “Quiero que la imagen tenga un toque cinemático, estilo película Kodak, con cámara fija”. Pero también aprendí que la IA tiene una forma muy específica de leer esas instrucciones, no es tan humanoide. Cada prompt tiene una semilla, que es un número, un código que define el resultado. Cambiando la semilla, varía el resultado del prompt. Y claro, uno se demora mucho en iterar, porque cada imagen necesita a veces una edición previa y luego entras en este diálogo largo con la IA.

K: Uno tiene esta idea de que subes la imagen, como si fuera ChatGPT, la cargas y listo, sale y se descarga. A veces hasta se usa en tono despectivo eso de: “Ah, lo hizo con IA”.

V: Totalmente. Sin saber todo el proceso que hay detrás de cada imagen. Al final, usar IA es aprender a dialogar con ella. Hay que contextualizar mucho. Uno cree que la IA tiene toda la información del mundo, pero no es así, menos cuando se trata de cosas o temas tan específicos.

K: ¿Y qué te pareció el resultado de los videos?

V: ¡Me gustaron mucho! Me emocionaron. Igual quiero decir que no es que yo sea un fanático de la IA ni que quiera trabajar solo con esa herramienta. Creo que en algunos casos funciona y aporta algo al material, pero no sirve para todo.

K: Tiene algo medio fantasmagórico también, ¿no? Hay algo especial en ver fotos antiguas animadas por IA. La investigadora del arte Mariairis Flores plantea que estas imágenes generan anemonia, es decir, una nostalgia por algo que no hemos experimentado. 

V: Totalmente. Tal vez porque muchas de esas personas ya no están. Ver el gesto, el movimiento, es algo muy diferente. Y el cruce entre imagen antigua y generación por IA funciona increíblemente bien; es una combinación muy potente. Incluso los errores de la IA, esa baja resolución, ayudan a camuflar imperfecciones de las fotos antiguas. Como que la textura de la foto se mezcla con la del modelo, y eso permite jugar.

K: En Huellas de exilio también tuvimos ese impulso lúdico de querer jugar con los documentos. Invitamos a la realizadora Katherine Luke a animar unos afiches de la colección. Ella no usó IA, pero les dio movimiento y música. Teníamos esa necesidad de activar el archivo, no solo de conservarlo. 

V: Claro, además no se está destruyendo el documento original. Se trata de experimentar con los archivos, de imaginarlos, de acercarlos a otros. Ese juego es valioso, porque si el archivo no se activa, corre el riesgo de quedar en el olvido. La reinterpretación y la traducción se vuelven necesarias. ¿Cómo revivimos los archivos? Vinculándolos con el presente. La IA puede ser una herramienta para eso, pero también lo son el dibujo, la animación manual, la escritura, entre muchas otras. 

K: Es interesante cómo la tecnología puede tener un componente afectivo tan fuerte. Por ejemplo, pienso en la obra Un archivo inexistente de Felipe Rivas San Martín que tiene ese componente emocional tan marcado; es como armar un álbum de fotos familiares. Me gusta esa combinación: máquina y afectos.

V: Sí, me gusta también: una máquina, una herramienta que nos conecta con los afectos, con la memoria, que literalmente mueve el archivo, lo despierta.

** 📘 Puedes leer esta entrevista y otros contenidos de la investigación en el siguiente dossier.

Nota del equipo Arde:

El uso de la IA para intervenir documentos de archivo plantea cuestiones éticas clave. Si bien la IA ofrece una oportunidad única para revitalizar y reinterpretar materiales históricos, también puede comprometer la autenticidad de los archivos y modificar la representación de eventos y personas del pasado. Esto adquiere especial relevancia cuando se trata de archivos vinculados a memorias colectivas, exilios o experiencias de resistencia, ya que la manipulación de imágenes o narrativas podría descontextualizar o distorsionar la historia, dependiendo de quién y cómo se generen. 

Sin embargo, el uso de IA también puede entenderse como un gesto de descolonización, una forma de imaginar lo que fue negado, borrado o invisibilizado por los relatos oficiales, abriendo un espacio de especulación afectiva y una posibilidad de existencia para quienes no pudieron dejar registro. En este sentido, la IA puede ser tanto una herramienta crítica como creativa. Por eso, es crucial abordar su uso con responsabilidad, cuidado y respeto, asegurando que se mantenga la integridad de los archivos y de las comunidades a las que pertenecen. Como en todo proceso creativo e investigativo, es fundamental plantearse preguntas como: ¿qué implicancias tiene esta representación? ¿Puede dañar a alguien o a alguna comunidad? ¿He evidenciado qué herramientas he utilizado para crear este contenido? ¿Estoy hablando por otra persona?