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Mirar nuestro archivo a la luz de los 50 años

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En el contexto de los 50 años del Golpe de Estado en Chile, hicimos el ejercicio de revisar nuestro archivo buscando trazas de lo que fue la dictadura, la violencia de Estado, el exilio y los proyectos que quedaron truncados.

Estamos en septiembre de 2023 y en Chile se conmemoran los 50 años del Golpe de Estado que marcó el inicio de la dictadura cívico-militar encabezada por Augusto Pinochet. Todo se inició el 11 de septiembre de 1973 y perduró por 17 años, dejando heridas que continúan abiertas hasta hoy. 1.162 personas permanecen desaparecidas, mientras que 28.459 personas fueron víctimas de torturas. Además, 200.000 individuos se vieron forzados al exilio, entre otras terribles consecuencias que deja una dictadura en una comunidad. 

La conmemoración ha sido conflictiva. En la prensa, en redes sociales y en cualquier debate público es posible ver una disputa por la memoria, en la que aún no hay acuerdos mínimos de condena a la dictadura. Hay quienes siguen avalando el Golpe, hay otros que niegan las torturas y los desapariciones, hay quienes piden hacer borrón y cuenta nueva sin entender que es imposible proyectar un futuro sin memoria, sin un marco común que nos de palabras claras para imaginar el futuro, para no repetir el pasado. Revisar los 50 años desde el Golpe de Estado, pasando por la dictadura y la transición democrática es acordar inconcebibles, señalar que en un contexto en donde la justicia ha llegado mal o tarde, en donde los crímenes siguen impunes no podemos reprimir los relatos o dulcificar las responsabilidades. Decir, señalar, mostrar, sigue siendo urgente porque la memoria nos habita y nos dispone a encontrar un lugar común en que nos sintamos convocadxs. La memoria es clave para la democracia.  

En este contexto, como colectivo Arde quisimos hacer un ejercicio y revisar nuestras colecciones a la luz de los 50 años. En los archivos de artes también se lee la historia y podemos encontrar trazas de lo que fue la dictadura, la violencia de Estado, el exilio y las experiencias culturales que fueron interrumpidas por el Golpe. 

Volvemos hoy a mirar los documentos y testimonios de Teatro del Pueblo, compañía formada por jóvenes estudiantes que militaban en las Juventudes Comunistas, que a través del teatro se sumaron a la lucha social de los años sesenta presentando sus obras en círculos agrarios y sindicatos del país. En esta misma línea encontramos la experiencia del Teatro Nuevo Popular, una compañía de teatro aficionado conformada por actores profesionales, obreros y campesinos de la antigua Central Unitaria de Trabajadores (CUT). La fuerza colectiva, la convicción y el trabajo de memoria de estos grupos de personas, jóvenes de ayer y adultxs hoy, permanecen latentes en estos archivos.

Se hace presente también el liderazgo de María Maluenda, actriz, política chilena y defensora incansable de los derechos humanos, quien fuera directora del Teatro del Pueblo. 

Discurso escrito por María Maluenda para el Partido Comunista.

En estos días recordamos sentidamente a María Maluenda junto a su compañero Roberto Parada, también figura fundamental del teatro en Chile. Ambos fueron víctimas directas de los crímenes cometidos por el Terrorismo de Estado. El 29 de marzo de 1985, agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros, secuestraron y asesinaron a su hijo José Manuel (34 años), quien trabajaba en oposición a la dictadura desde la Vicaría de la Solidaridad. Ese mismo día en la comuna de Estación Central fueron asesinados los hermanos Rafael (18 años) y Eduardo Vergara Toledo (20 años), estudiantes y militantes del MIR, marcando para siempre su historia familiar. Paulina Aguirre (20 años), también joven mirista, fue acribillada en las puertas de su domicilio el mismo fatídico día. Manuel Vergara, padre de los jóvenes hermanos, y Luisa Toledo, su madre, quien luchó hasta su último día por la justicia y en contra del olvido, no solo vivieron el asesinato de Rafael y Eduardo sino también, años después, el de su hijo Pablo. ¿A cuántas madres y padres les fueron arrebatados sus hijxs? ¿Cuántas familias más en nuestro país vivieron y siguen viviendo semejante dolor? Las cifras no bastan para dar cuenta de estas vivencias.

El año 2007 la compañía Teatro Periplos estrenó la obra «Luisa y Manuel, la tragedia de los Vergara Toledo». El archivo personal de Marcela Cornejo, actriz y cofundadora de la compañía, incluye importantes documentos sobre este trabajo. Uno de ellos corresponde a la carta escrita por Luisa Toledo tras haber asistido a la obra en una presentación realizada especialmente en Villa Francia. Así, los archivos nos conectan con el sufrimiento de aquellos años pero también con las agencias de sus sobrevivientes, con la resiliencia comunitaria y la capacidad de las artes para elaborar la experiencia humana.

Dedicatoria realizada por Luisa Toledo, luchadora social chilena, dirigida a Teatro Periplos tras asistir a una función de la obra «Luisa y Manuel, la tragedia de los Vergara Toledo».

Por su parte, los documentos de la compañía Teatro del Ángel y de la diseñadora escénica Amaya Clunes, registran la experiencia del destierro político. La primera colección, Huellas de Exilio, corresponde a una colaboración que realizamos el 2021 junto a La MAE, que reúne afiches y programas de mano de la producción teatral de creadores escénicos chilenos que vivieron el exilio en Costa Rica (Bélgica Castro, Alejandro Sieveking, Sara Astica, Carmen Bunster, Marcelo Gaete, entre otros). Se trata de un trabajo que resguarda y difunde un material de profundo valor estético e histórico, que permite reflexionar sobre los procesos creativos realizados en contextos del exilio. 

Afiche de la obra de Alejandro Sieveking (dirección y actuación como Gonzalo) y la participación de Sara Astica como Elizenda y Bélgica Castro como Otilia. Espectáculo del Teatro del Ángel.

Amaya Clunes también debió partir del país tras el Golpe, permaneciendo en Argentina, Hungría y Canadá, país en el que reside hasta hoy. Los documentos que informan sobre su trayectoria artística revelan cómo esta experiencia atraviesa su creación. Las condiciones geográficas y culturales de su producción cambian rotundamente, pero también las motivaciones y elaboraciones plasmadas en su arte, y al mismo tiempo las prácticas de registro de su propio trabajo.

Collage fotográgico de la vida de Amaya Clunes, desde 1940 al 2018.

La vida cultural en Chile durante la dictadura fue un espacio de resistencia. Encontrarse y mantener viva una red cultural y afectiva fue muchas veces el primer gesto disidente. En ese sentido retomamos el trabajo de Maha Vial, poeta y performer que fue parte de la escena valdiviana durante los años 80. En la colección dedicada a sus documentos, recopilada en el contexto del proyecto Huellas Mujeres, se cuela  su potencia disruptiva y la fuerza de muchas mujeres en el movimiento en contra de la Dictadura de los años 80.

Maha Vial y Néstor Bravo en el montaje «Paranoia» (1982), dramaturgia de Nestor Bravo, dirección de  Ricardo Mendoza y vestuario y apoyo escénico de Claudia Constabel.

Volver la mirada a nuestro archivo nos conecta con los rastros que dejó el Golpe de Estado en la vida de los y las artistas de nuestro país, en las formas y sentidos de sus creaciones, en una experiencia común pero a la vez en la singularidad de sus memorias. Los archivos garantizan que podamos hacer diversas lecturas, permiten ampliar las posibilidades del recuerdo y al mismo tiempo constituyen evidencias de hechos y actos que no podemos olvidar. Desde ARDE nos hacemos parte de esta conmemoración, con múltiples preguntas y sentimientos contradictorios, pero con la total convicción de afirmar la vida y condenar las graves violaciones de los derechos humanos cometidas durante la dictadura cívico militar en nuestro país. 

Cuidado con el fuego interior, materia y memoria. El arte es como el incendio: nace de lo que él quema.

J.L Godard